viernes, 12 de septiembre de 2014

Telequinesis



Muchas personas consideran trabajar algo que no les satisface, claro que me refiero a trabajos como: camarero, regente de un bar, comercial de café... (Sí, he dicho cosas que no me satisfacen a mí xD) No todos trabajan en lo que quieren, y ya lo dije, yo no estoy cumpliendo ninguno de mis sueños... aún. El problema es: Te acuestas tarde y te levantas temprano. Es lo que hacen mis padres todos los días porque tienen que trabajar en un bar, un bar en el que suelo trabajar y es un trabajo demasiado esclavo.  

Con estos momentos de calor es agradable levantarse pronto. El calor me impide dormir, pero por la mañana está: "La Fresca". No, no es una mujer que vaya de flor en flor (Creo que ese es el término de "fresca", bueno, ni idea xD), de todas maneras no es eso, sino esa brisa mañanera que agradeces en estos días en los que querrías quitarte la piel del bochorno diario.

Mi bar está cerca de la sierra/montaña, vistas de toda la ciudad, amaneceres preciosos y dos patos que pululan por ahí. El caso es: cuando subimos, abrimos todas las puertas y nos sentamos a desayunar y hoy en el desayuno ha pasado algo que me ha hecho bastante gracia.

Hablando con mis padres y mi hermana sobre temas que ahora no vienen al caso, mi padre me ha respondido algo que mi hermana iba a decir. Eso que suele pasar, un momento en el que parece que nuestras mentes se unen y escogen la misma frase, solo que uno es más rápido que otro para soltarla. Total, que mi hermana dice: 
Hemos tenido "telequinesis"Demostrando que no tiene ni puñetera idea de que está hablando. A lo que le respondo.
—¡Eso es mover cosas en la distancia!Empezamos a pensar: ¿Cuál es el poder de leer la mente? ¿Hay un término para ello? 
—¡Sé que empieza por tele!Me dice con toda seguridad, y yo, que en ese momento no era persona, me devano los sesos para recordar la palabra. Mi padre insiste en que telequinesis le suena bien y mi madre solo leía una revista de muebles que nunca va a comprar.
Tele, tele, tele... ay no sé.
—¡Teleñecos!dice de pronto mi madre con toda la seriedad del mundo, aunque no tenía ni idea de que estábamos hablando. Mi hermana y yo nos miramos y nos reímos. Mi madre pasa de nosotros y vuelve a la revista.

Y es que, por estos momentos, da gusto madrugar después de una noche sin dormir.

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